José Tomás: leyenda del toreo, ¿salvador del negocio?
Jose Tomás da la vuelta al ruedo en la corrida de Nimes, donde cortó 11 orejas y un rabo.
(EFE) Enrique Utrera 22/09/2012 (06:00h) 6 A A
“José Tomás ya ha muerto en una plaza. En realidad es ‘Manolete’ resucitado por los médicos del siglo XXI”. La frase es de Simón Casas, el empresario del coliseo romano de Nimes donde el torero de Galapagar escribió el pasado domingo una de las páginas de oro de la historia de la tauromaquia. Una comparación con el mítico torero cordobés a la altura exacta del hombre que dinamitó la temporada taurina el pasado fin de semana cortando 11 orejas y un rabo a los seis toros que lidió en solitario.
Con una actuación contada y cantada desde las primeras páginas de los grandes medios nacionales e internacionales, JT se ha cargado en sus espaldas todo el peso del toreo contemporáneo. Suyo es, más si cabe, el bastón de mando de un espectáculo sumido en una profunda crisis por la que el madrileño pasa de puntillas, a su aire y con condiciones, para desesperación de aficionados y empresarios.
El mundo del toro no regatea ni un elogio. “Lo que sucedió la mañana del domingo en Nimes es un milagro que sólo puede suceder en el toreo. Un conjunto de circunstancias propiciaron un espectáculo sublime: un extraordinario torero, una cuidada selección del ganado que ayudó para el torero pudiese crear su obra, un marco incomparable, un perfecto ambiente y una excelente organización”, asegura el ganadero y presidente de la Mesa del Toro, Carlos Núñez.
Tres corridas de toros –Badajoz, Huelva y Nimes- le han bastado a JT para poner a todo el mundo de acuerdo: la Fiesta necesita al hombre que dicen fue capaz de generar unos ingresos de 20 millones en la ciudad francesa el pasado fin de semana y de elevar un 400% el número de abonos vendidos. No había una habitación libre en toda la comarca y un aeropuerto sin apenas tráfico registró 80 vuelos privados. Nada que ver con la realidad de una temporada taurina pobre en lo artístico y asfixiada en lo económico.
Las cifras cantan. Desde 2007, año del comienzo de la crisis, el número de festejos se ha reducido un 50%. Y las expectativas no son halagüeñas para un espectáculo tocado por la contestación social –‘in crescendo’ tras la prohibición en Cataluña-, unos precios de las localidades muy altos y un desapego creciente entre los más jóvenes.
“El público de toros ha salido huyendo de la plaza por la crisis económica y porque se ha perdido la emoción del toro. Frente a esta realidad incuestionable, José Tomás moviliza a las masas. Si realizara una temporada completa, con presencia en algunos de los ruedos más importantes, la gente volvería a las cosos. Lo que es evidente es que el resto de figuras no llena”, explica José Antonio Donaire, decano de los críticos taurinos.
Mientras, el hombre que ha retado a todos los poderes fácticos del toreo por su negativa a que sus actuaciones sean televisadas y por la imposición de unos altísimos honorarios vuelve a apostar por el suspense. El asunto no es cómo será la próxima temporada de JT; la pregunta es si volverá a vestir el traje de luces. “¿La última? Que digan lo que quieran. La gente es libre de opinar. ¿La última dicen?...”. Así se expresaba su apoderado Salvador Boix, todavía en pleno shock tras la gesta francesa del madrileño, antes de asegurar que ahora toca descansar. “No tenemos otro plan”, afirmó concluyente.
“La expectación que despierta José Tomás es, además de por ser uno de los mejores toreros de la historia, por saber perfectamente dosificar sus actuaciones y cuidar su imagen. José Tomás consigue que la corrida de toros en la que participa sea un acontecimiento social y cultural de primer orden”, explica Carlos Núñez. Y esos rasgos distintivos que JT lleva a rajatabla son exactamente los que la Fiesta necesita para recobrar el prestigio perdido, para que acontecimientos como el del 16 de septiembre no sean un hecho aislado en la temporada taurina.
“En Nimes José Tomás quería dejar claro que es una leyenda. Con él se dispara la ilusión de ir a los toros pensando que puede pasar algo extraordinario. Y pasa”, asegura Adolfo Barreno, abonado de la plaza de toros de Madrid, seguidor habitual del torero y uno de los privilegiados que el domingo llenó el coliseo nimeño. ¿Qué sería del espectáculo sin JT? “Hastío, cansancio. No hay alicientes en el toro a pesar de que hay matadores muy buenos”, dice Barreno mientras recuerda el paupérrimo bagaje artístico de la última feria de San Isidro.
El mundo del toro está de acuerdo: JT ha enseñado el camino. Otra cosa es que esté dispuesto a cargar con el peso de la regeneración del espectáculo asumiendo la dureza de una temporada completa y la competencia habitual con los mejores del escalafón. “Es un torero grandioso, pero no compite con los demás”, ha dicho una gran figura como ‘El Cid’ tras la gesta de Nimes.
Mientras, JT reposa y deshoja la margarita. A los 37 años y con el toreo a sus pies, tiene que decidir si asume el extraordinario reto de seguir a la altura de su propio mito. “Vivir sin torear no es vivir”, dijo en 2007 anunciando su inminente reaparición en los ruedos tras un largo período de retiro. Con el ojo puesto en la calculadora, empresarios, ganaderos, comerciantes, ayuntamientos y aficionados esperan que las necesidades espirituales de JT se mantengan intactas. En juego está gran parte del futuro de la Fiesta