martes, 2 de julio de 2013

EL SILENCIO DE ACHO . . .

Las Letras y Los Toros
El siguiente poema es el resultado de una tarde de un dia particular que visitó Acho, y fue suficiente para la inspiración de nuestro querido amigo, gran aficionado taurino CARLOS BARRAZA, para dedicarle este poema a su Acho querido:

ACHO BICENTENARIO

I
¡Que hermoso es también visitar tu recinto sin un alma aficionada en tus tendidos, sola callada, añeja, recordando y evocando tu historia, tu resonancia exquisita que da tu alma, tu solera.

II

Coso albero bajopontino, contemplando tu arena solitaria, vengo en busca de tu silencio, sintinedo mi llanto de añoranza, de tu suave beso que me atrae, envolviéndome tu majestuoso monumento y reconociéndome como uno de los tuyos.

III

Plaza de Toros de Lima, que delicia huele tu misterio, tu cante, tu duende, heredado de los que te forjaron, de caballo, armadura y tizona, busco y escruto mi imaginación de todas las almas románticas que gritaron un ¡Olé! en toda tu hospitalidad y ya no los veo, siento que se han ido para siempre y que duermen esperando con su pañuelo blanco enarbolar otra tarde de postín y de Puerta Grande.

IV

Y tú quieto, Acho enhiesto, con tus puertas cerradas, solo pero nunca ovidado ni abandonado, esperando que algún maletilla toque tu corazón y ese aire bendito ayude en el sueño de ser tu torero, de tu cuadrilla de brega, de cruzarte con taleguilla y alamares de perla y oro.

V

Santo coso de abajo el puente del Rímac milenario, sólido muro el de Amat y Juniet, circundado por tus casitas de caña y barro, calles empedradas llenas de copla y taberna, portento glorioso de este arte plástico de estética trágica de dulce contemplación de vistoso colorido.

VI

¡Siempre Acho! amaneces hermoso anhelante de lo que es la esencia de tu irradiante espíritu: El Espectáculo del Toreo que transforma nuestro sentir, nuestra existencia, que se mete en nuestra sangre, en el fluído de nuestras venas, hoy te he visitado y evocado que al igual que yo en el tendido solitario ¡Tú Torero! cuando a gusto te sientes delante de un toro, cuando de veras toreas, también meditas como yo y todo se te olvida y esta danza de música, sol, color, viento y albero trae solo meditación, abstracción, quietud de silencio interior que ni la euforia de los aplausos los percibe tu finura y tu exquisitez metida entre los pitones del toro que ni la propia cornada la sentirías en ese segundo de vida y de muerte.

VII

¡Ruedo bajopontino! allí te dejo mi prístina rosa belmontina, mi clavel joselitista y me arrodillo en tu capilla orante y respetuoso en esta tarde imaginaria de sol y gloria.

Carlos Barraza.