Ante la avalancha de orejas y rabos cortados, (merecidas o nó merecidas) en los diferentes festejos taurinos realizados en las plazas portátiles en Lima y en el interior del país, he tomado en cuenta algunos detalles que dan orígen a esta "anomalía taurina":
- La persona que hace de Presidente o Juez de Plaza, no nombra o exige la presencia de un Alguacilillo para que imponga el orden durante el festejo.
- Se observa la falta de la ceremonia de la entrega de la llave de la puerta del toril, a la persona que fungirá de Alguacilillo en el festejo taurino.
- Resultado: Se considera como "normal" ver a los subalternos exigir al Juez de Plaza el corte de apéndices, y/o que el puntillero corte los apéndices y los entregue inmediatamente al matador, sin que exista el consentimiento previo de quien hace de Juez de Plaza.
A ud. que le parece esto?. Se podrán realizar los festejos con la seriedad que corresponde al rito de la fiesta brava?, aunque sean realizados en una plaza portátil?
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