Crónica de TITO NARVÁEZ , tomada del portal mundotoro,com, en la que observamos que en el mundo de los toros, suelen pasar tardes como la que se reseña a continuación:
QUITO (Ecuador). Todo salió el revés en el séptimo espectáculo de la Feria de Quito, un festejo a ratos aburrido y a ratos esperpéntico en el que el presidente Mauricio Riofrío se ha erigido en protagonista negativo del mismo y Guillermo Albán y Sebastián Castella han sido los principales damnificados. El torero ecuatoriano, que vio cómo el usía se negaba a devolver al toro que abrió plaza a pesar de su evidente cojera, sufrió la arbitrariedad presidencial de nuevo en el cuarto, un animal manso y descastado con el que el torero de Guayaquil diseñó una labor muy valerosa y de gran entrega, con muletazos largos y templados, basados en la mano derecha.
Tras unas manoletinas de rodillas y media estocada en buen sitio, el público demandó de manera unánime la oreja para el torero nacional que el presidente se negó a conceder. Castella vio cómo el pregonado quinto volvía a los corrales ante la imposibilidad que el francés le diese muerte. El público ovacionó con fuerza al torero a pesar de los tres avisos, consciente de que derrochó valor sólido un animal amoruchado y condenado a banderillas negras al que por momentos metió en la muleta con gran mérito, pues el de Beziers expuso y se la jugó sin cuento a pesar de que era el primero que sabía que el triunfo era imposible.
Antes, en el flojo segundo, que volteó de manera aparatosa al subalterno Patricio Vacas en el tercio de banderillas tiró de técnica para asentar al animal en el piso pero tampoco consiguió el anhelado éxito. Perera por su parte faenó con voluntad con el tercero un ejemplar manso y rajado que nunca permitió lucimiento mientras que el sexto, grandullón pero más manejable, le dejó estar más agusto, pero el público, obcecado contra el palco, no terminó de meterse en su labor.
Con la plaza llena se lidian toros de Huagrahuasi y Triana (1º, 5º y 6º), mansos, descastados y peligrosos. El quinto condenado a banderillas negras. Guillermo Albán, silencio y vuelta al ruedo tras fuerte petición; Sebastián Castella, ovación y ovación tras tres avisos; Miguel Ángel Perera, silencio y ovación
Tras unas manoletinas de rodillas y media estocada en buen sitio, el público demandó de manera unánime la oreja para el torero nacional que el presidente se negó a conceder. Castella vio cómo el pregonado quinto volvía a los corrales ante la imposibilidad que el francés le diese muerte. El público ovacionó con fuerza al torero a pesar de los tres avisos, consciente de que derrochó valor sólido un animal amoruchado y condenado a banderillas negras al que por momentos metió en la muleta con gran mérito, pues el de Beziers expuso y se la jugó sin cuento a pesar de que era el primero que sabía que el triunfo era imposible.
Antes, en el flojo segundo, que volteó de manera aparatosa al subalterno Patricio Vacas en el tercio de banderillas tiró de técnica para asentar al animal en el piso pero tampoco consiguió el anhelado éxito. Perera por su parte faenó con voluntad con el tercero un ejemplar manso y rajado que nunca permitió lucimiento mientras que el sexto, grandullón pero más manejable, le dejó estar más agusto, pero el público, obcecado contra el palco, no terminó de meterse en su labor.
Con la plaza llena se lidian toros de Huagrahuasi y Triana (1º, 5º y 6º), mansos, descastados y peligrosos. El quinto condenado a banderillas negras. Guillermo Albán, silencio y vuelta al ruedo tras fuerte petición; Sebastián Castella, ovación y ovación tras tres avisos; Miguel Ángel Perera, silencio y ovación
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