martes, 7 de julio de 2009

TOREROS QUE VIENEN A LA FERIA DE ACHO 2009: JOSÉ TOMÁS CORTA CINCO OREJAS EN UNA TARDE HISTÓRICA


Burladero.com
Una antología que va más allá del toreo puro
MARIO JUÁREZ - Barcelona -
José Tomás se había marcado un reto consigo mismo y salió victorioso después de dar una gran tarde de toros. Eran muchas las emociones contenidas por el gesto, la gesta y sus porqués. La guadaña de los antis azuza la yugular de una plaza que ha sido pasado, presente e historia del toreo. Por todo eso, Barcelona estaba en deuda con el torero que ha sido capaz de sacarla del gueto en los últimos años.
La tarde derrochó emoción por todos sus poros. Desde el paseíllo, cuando la plaza entera esperó en pie a que apareciese el torero, que trenzó el ruedo desmonterado, hasta la triunfal salida a hombros, en la que Tomás, agotado, parecía más un Cristo yacente que un torero pletórico.
Pero Tomás estaba feliz porque la tarde no fue prueba fácil. En esta encerrona tan preparada, no rompió un solo toro. Más bien, alguno se lo puso encabronadamente difícil. Y JT no se escondió con ninguno de los seis toros. Ni con el flojísimo primero ni mucho menos con el de El Pilar, que llevaba veneno.
La tarde de José Tomás se definió por tres cánones: pureza, entrega y seguridad. Hubo pureza en los cites y embroques. El medio pecho, la muleta por delante y la limpieza en las series fue nota común. Fue torero entregado desde que salió por la puerta el primero hasta que tumbó al sexto con la espada. Y fue torero seguro, lejos de la imagen de 'kamikaze' que algunos, los menos, han querido construirle. Si acaso torpón en un par de veces, las dos que cobró.
Pero la tarde tuvo muchas más cosas positivas. Por encima de las cinco orejas -que pudieron ser más de haber funcionado la espada- queda la sensación que dejó el torero. Y un par de faenas antológicas. La del segundo fue una lección de decir ‘así se hace embestir un toro'. La tercera, una lección de cómo se torea.
La faena al segundo de El Pilar fue colosal. Por cómo fue el toro y cómo resolvió el torero. El ejemplar, alto de agujas y montado, no humilló una vez. No quiso embestir y no lo hizo, pero José Tomás le obligó a pasar y tragar. Y al final, después de una faena pletórica de temple y seguridad, parecía que sí. Pero no.
El toro había derribado en el caballo y se frenó en seco en el capote. Cruzándose a siniestra en todas las bazas, no lo puso fácil en ninguno de los tercios. Llegó a la muleta frenado, topando y renuente a pasar una vez. Y José Tomás lo cuajó a base de testosterona, con dos razones muy gordas. A diestra y siniestra.
Lo consintió siempre y en todos los cites. Como si fuese bueno. Y allí estaba, plantado en el centro, como un gladiador sin más arma que un cacho tela. La que siempre presentó enfrontilada y que corrió por abajo, ligando los muletazos con vibración, entrega, sometimiento y mucho mando.
El pitón izquierdo olía a cloroformo y por ahí estalló la faena en plenitud. De qué forma. Con dos series colosales rematadas con pases de pecho como carteles de toros. No atinó con la espada y por eso perdió la segunda oreja. La primera vale muchos kilates. La segunda era de ley.
Con el tercero Tomás comenzó a entrar en quites. No dieron opción los anteriores, porque el Cuvillo que abrió plaza se derrengó de primeras y porque el de El Pilar se había cruzado con todo y todos. Pero con ese tercero llegaron los lances a pies juntos y un quite por chicuelinas enfrontiladas y cenidas, rematada con una media a pies juntos para enmarcar. Toreó bien de capa Tomás, y eso que los toros no se prestaron para ello.
La faena a ese tercero la abrió con estatuarios en los medios fundidos con un pase del desdén ligado con uno de pecho que hicieron reventar la plaza. Esa faena a un toro renuente a embestir fue una lección de técnica y oficio. En el video verán la manera de citar, de dejar la muñeca rota y la cintura partía. Siempre un instante entre pase y pase. Mucha pureza en todo momento. Y siempre hasta el infinito y más allá.
El toro de Victoriano lo había marcado desde el primer momento. Y no paró hasta cazarlo. Fue en un descuido, cuando le perdió la cara para las granadinas por la espalda. Lo volteó feamente y JT volvió a ponerse hasta pegárselas. Al tercer intento, ligado con un cambio de mano y muletazos en corto. Acongojante.
La otra voltereta llegó con el quinto, un toro noble pero de poco fondo de Victoriano del Río. Con ese toro se empeñó de nuevo JT sí o sí. Hubo de todo en la faena, un quite por gaoneras, un inicio vibrante, y series de mucha profundidad y firmeza. Menos fresco el torero, igual de entregado. El espadazo con el que lo tiró fue de premio. Podían haber caído aquí las dos orejas.
Las dos cayeron en el cuarto, y fue la faena de menos peso de todas las premiadas. El toro, muy hondo, no rompió nunca, quedándose demasiado abajo. Tomás tiró de variedad en quites por caleserinas y en la faena de muleta tardó en cogerle el punto. Fue al final, en una serie pletórica de redondos, con el toro cosido y por bajo. Ahí cambió la faena, que continuó la fiesta por naturales a pies juntos y un cierre por alto ¿Es un torero corto y sin repertorio Tomás? Ja.
Los dos de Cuvillo no contaron. El primero se derrumbó de primeras y Tomás intentó mantenerlo en pie. Al sexto aún lo recibió con una larga cambiada de rodillas y puso ganas, cites en corto y seguridad con un toro sin fuelle que se acabó en el primer tercio.
Además de las orejas, la buena noticia fue que, dos horas después, Barcelona se había convertido por un día en la capital taurina del mundo. Y que un tío ha hecho recobrar la ilusión a quienes sienten el filo de la guadaña pendiendo sobre sus cabezas. Ojalá no sea flor de un día.

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